Por ello la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) manifiesta la necesidad de realizar un diagnóstico y un tratamiento adecuado lo antes posible, sin embargo, éste suele retrasarse hasta los diez años de evolución de la enfermedad, a veces por dificultades intrínsecas.
Otro de los problemas y dificultades no solo para confirmar el diagnóstico, sino para tratar a los pacientes, es la alta prevalencia de consumo de drogas en esta patología. Los estudios al respecto señalan cifras cercanas al 50%. En España la prevalencia se sitúa en torno al 1% y 2%, de esta manera se estima que en nuestro país alrededor de 1 millón de personas padece algún tipo de trastorno bipolar.
La proporción entre hombre y mujeres es similar en el trastorno bipolar 1, siendo más frecuente en la mujer el trastorno bipolar tipo 2. La edad de inicio suele ser entre los 25 y los 35 años, y sólo en un 10% aparece a los 50 años. Y en estos casos hay que sospechar la existencia de factores orgánicos. Los primeros síntomas se pueden detectar en la adolescencia y tiende a repetirse por familias. De media, durante los 10 primeros años de manifestación de la enfermedad, se suelen sufrir los cuatro episodios (manía, hipomanía, depresión y mixto) y es más probable que las mujeres empiecen con un episodio depresivo y los hombres con un episodio maníaco.
A pesar de ser el trastorno psicótico más común, la red socio sanitaria resulta insuficiente y debería incrementarse la coordinación entre recursos existentes; destinar recursos a una mayor formación de los profesionales de salud mental; contratar más profesional socio-sanitario; desarrollo de un servicio de atención domiciliaria que funciones de forma eficaz y coordinada con la red de recursos.
En este sentido, el paciente con un trastorno bipolar, necesita, como en tantas otras patologías (diabetes, enfermedad coronaria, hipertensión, asma,…) un 'médico-especialista de cabecera' que conozca al paciente y establezca con él y su entorno próximo una relación terapeútica y preventiva, dotando poco a poco al paciente de armas para luchar y dominar la enfermedad que sufre. Asimismo, apoyo familiar, la información sobre la enfermedad bipolar (psicoeducación para el trastorno bipolar) y un cumplimiento estricto de las pautas farmacológicas permiten una evolución favorable de la enfermedad bipolar y realizar en la mayor parte de los casos una vida normal. Igualmente importante, en muchos casos, es detectar los síntomas iniciales de una posible descompensación para hacerles frente cuanto antes.
FUENTE:
2 Ago. 2007 –
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