La sociedad argentina sufre un flagelo que deja, todos los días, a muchas personas con diversos traumas y perjuicios: la inseguridad., que no sólo deja pérdidas en lo económico y en lo material, sino también en algo más importante y muchas veces más difícil de recuperar como es su salud mental.
El Dr. Roberto Re, médico especialista en psiquiatría, director y fundador de la Red Sanar -la Ong más grande en el país en asistencia gratuita en salud mental- manifiesta que en las cincuenta filiales que posee en todo el país se incrementó en un 30% el número de pacientes que se acercan por padecer un trastorno mental como consecuencia de sufrir o presenciar un hecho delictivo. Además, agregó que en el conurbano bonaerense esta cifra asciende al 35%.
El DISTRÉS POSTRAUMÁTICO
Algunas de estas personas pueden padecer de distrés postraumático, entendiendo por tal al disturbio posterior a una experiencia psicológica desagradable que produce un trastorno emocional o mental en la misma y, como consecuencia, efectos negativos duraderos sobre los pensamientos, los sentimientos y las conductas perturbando el sano dormir de una persona, explica el doctor Ré. Añadió que este trastorno se expresa luego de un acontecimiento distresante y extremadamente hiriente para el psiquismo, en donde el individuo se ve envuelto en hechos que representan un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad.
El doctor señala tres situaciones claves que pueden originar el distrés postraumático: la persona es testigo de un acontecimiento donde se producen muertes, heridos o existen amenazas para la vida de otras personas; la persona conoce a través de un familiar u otra persona cercana acontecimientos de muertes inesperadas o violentas, o la persona ha sido dañada seriamente, con peligro de muerte o herida grave.
El paciente lucha para olvidarse del acontecimiento traumático. Sin embargo, hay un retroceso mental, y las re-experiencias del paciente lo hacen retornar a la circunstancia dolorosa en la forma de sueños intrusos, de pensamientos y de memorias que disturban, que se asemejen o recuerden al trauma.
Por otro lado, cuando la persona no elabora una respuesta adecuada a la situación traumática es cuando se distresa.
ATAQUES DE PÁNICO
Otro de los trastornos que se desatan como consecuencia de la inseguridad es el ataque de pánico, que suele darse en personas con una cierta predisposición genética, cuyo sistema de alerta funciona predominantemente sobre otros. Por lo general se manifiesta a partir de un hecho desencadenante, que puede ser de importancia -como la muerte de un ser querido, un robo a mano armado, un susto, un trastorno físico- o bien puede ser provocado por un hecho banal, como agacharse o girar la cabeza bruscamente. A partir de este hecho comienzan a repetirse los síntomas inesperados como palpitaciones, angustia respiratoria, sensación de falta de aire u ocupación de cabeza, mareos y transpiraciones.
Además, se han incrementado los casos de personas -en especial ancianos- que manifiestan no poder salir de su hogar por temor a ser asaltados, desarrollando una fobia específica.
TRATAMIENTO
Existen normas y pasos a tener en cuenta para el tratamiento en trastornos mentales derivadas de hechos delictivos o violentos.
Entre ellos, se destacan: la rapidez de acción para que el tratamiento se inicie en forma inmediata; el apoyo individual que consiste en animar al paciente a que hable del suceso y que aprenda a relajarse; psicoeducación para el paciente y su familia, y en el caso de niños y adolescentes extensivo a la comunidad educativa; afrontamiento; técnicas de respiración y relajación; farmacoterapia; apoyo familiar; psicoterapia individual, cambios de estilos de vida, alimentación adecuada y abordaje interdisciplinario.
LOS SÍNTOMAS
Físicos y emocionales
Luego de algún acontecimiento violento pueden aparecer síntomas que representan alertas para consultar al médico.
A- Físicos: falta de impulso, abulia, apatía; sobresalto, taquicardia, temblor, contractura muscular, sudoración, cefalea, fatiga, disfunciones sexuales.
- Emocionales: hipervigilancia, ansiedad generalizada, dificultad para mantener o conciliar el sueño, irritabilidad, ataques de ira, desequilibrio afectivo, desesperanza, vergüenza, reacciones de pánico, depresión.
B-Mentales y sociales
Otros síntomas pueden ser:
- Mentales: desatención y desconcentración, revivir el acontecimiento permanentemente, sentir culpa en acontecimientos donde sobrevivieron mientras otros perdieron la vida, comportamiento compulsivo y autodestructivo, alteración de memoria.
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