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martes, 20 de agosto de 2013

Relaciones enfermizas (parte 1)

Las relaciones enfermizas podrían definirse como aquellas que nos hacen permanecer estancados, bloqueando nuestro potencial o, aún peor, haciéndonos retroceder con dolor y amargura en el camino de nuestro desarrollo personal. Vale recordar que avanzar es siempre un proceso dinámico (tres pasos hacia adelante y dos hacia atrás) y que un desencuentro o una discusión puntual no son suficientes para descalificar de tóxica una relación.
Es por eso que para diagnosticar lo enfermizo en algunas de nuestras peores relaciones no siempre es fácil y que determinar con vínculos que construimos con esfuerzos e ilusión a nuestro paso por la vida nunca es sencillo. Cabría preguntarnos por qué construimos este tipo de vínculos y por que hacemos todo tipo de esfuerzos para sostenerlos, aún sabiendo que no solo son incapaces de ayudarnos a crecer sino que en lo cotidiano son la causa más evidente de nuestro fastidio y sufrimiento.
Más allá de las tendencias auto-destructivas que anidan en nosotros Las relaciones enfermizas podrían definirse como aquellas que nos hacen permanecer estancados, bloqueando nuestro potencial o, aún peor, haciéndonos retroceder con dolor y amargura en el camino de nuestro desarrollo personal. Vale recordar que avanzar es siempre un proceso dinámico (tres pasos hacia adelante y dos hacia atrás) y que un desencuentro o una discusión puntual no son suficientes para descalificar de tóxica una relación. Es por eso que para diagnosticar lo enfermizo en algunas de nuestras peores relaciones no siempre es fácil y que determinar con vínculos que construimos con esfuerzos e ilusión a nuestro paso por la vida nunca es sencillo.
Cabría preguntarnos por qué construimos este tipo de vínculos y por que hacemos todo tipo de esfuerzos para sostenerlos, aún sabiendo que no solo son incapaces de ayudarnos a crecer sino que en lo cotidiano son la causa más evidente de nuestro fastidio y sufrimiento. Más allá de las tendencias auto-destructivas que anidan en nosotros ( a la sombra de nuestra baja autoestima), sería muy bueno admitir que solemos establecer relaciones con los demás en las que, para bien y para mal, tratamos de satisfacer, con conciencia o no, cierta necesidad de que el afuera se ajuste a nuestra estructura más o menos neurótica, condicionada por nuestros años más jóvenes.
Fuente:
Jorge Bucay Editor de Mente Sana.
Médico y terapeuta gestáltico 

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