SÍNTOMAS DEL TRASTORNO BIPOLAR
El trastorno bipolar es una enfermedad en la que, en determinadas
ocasiones, el paciente experimenta una profunda tristeza, apatía y falta de energía
(episodio depresivo), en tanto que, en otras, se siente eufórico y lleno de
vitalidad y exaltación (episodio maníaco), y ambos estados de ánimo suelen
sucederse como si fueran las dos caras de una misma moneda. Es un trastorno muy
sorprendente y espectacular, ya que resulta difícil comprender cómo en una
misma persona pueden alternarse condiciones tan diferentes y aparentemente
incompatibles.
La enfermedad se conoce desde la antigüedad, y ya Areteo de Capadocia,
en el año 150 d.C., hablaba de que “después de un periodo de abatimiento se
suele producir una mejoría, pero algunos se llegan a convertir en maníacos”.
Sin embargo, se pensaba que manía y depresión eran enfermedades independientes
hasta el siglo XIX, en que se las empezó a considerar una única entidad.
Se trata, pues, de una enfermedad episódica y además recurrente, es
decir, que los episodios tienden a volver a aparecer. En general, los hombres
suelen presentar el mismo número de episodios maníacos y depresivos a lo largo de su vida,
en cambio, en las mujeres se suelen dar más episodios depresivos.
En este capítulo vamos a analizar los síntomas que puede experimentar la
persona que padece este trastorno, tanto durante los episodios depresivos como
durante los episodios maníacos. Al leer lo que sigue, es necesario tener en
cuenta que cada enfermo experimentará algunos de los síntomas que aquí se
describen, pero no necesariamente todos, y también que la intensidad y gravedad
de cada uno de esos síntomas variará mucho de una persona a otra.
SÍNTOMAS DEL EPISODIO MANÍACO
Comienzo del episodio
Ya los clásicos grecorromanos denominaban “furia
guerrera”, “delirio profético”, “locura poética” o “enajenación báquica” a lo
que nosotros, hoy en día, llamamos episodio maníaco. El inicio del episodio
suele ser brusco o relativamente rápido, pero en ocasiones comienza más
lentamente y viene precedido por unos “síntomas señal o de alarma” que son
variables de una persona a otra. Así, en cada enfermo el episodio maníaco suele
tener su forma de presentación típica, de modo que saber reconocer los síntomas
señal es un punto clave para iniciar el tratamiento lo más precozmente posible.
El síntoma señal más frecuente es la disminución de la necesidad de sueño, y
otros también comunes son la sensación de aumento de energía, el buen humor
desacostumbrado, los cambios en la alimentación o las conductas extrañas y
actos irreflexivos.
A veces el inicio se puede caracterizar por síntomas
depresivos como astenia, fatiga, desinterés por el trabajo, dolores de cabeza y,
sobre todo, insomnio. El inicio del episodio, en ocasiones, en lugar de tener
un impacto negativo, puede mejorar aparentemente el funcionamiento diario del
sujeto.
El enfermo maníaco se muestra muy jovial y sociable,
tiene un contacto fácil en apariencia, se siente capaz de todo, cree en su
superioridad y tiene altos ideales. La confianza excesiva en sí mismo le hace
pensar que todo el mundo simpatiza con él. El convencimiento de que lo merece
todo puede hacer que llegue a exigirlo aun a expensas de avasallar y perder el
respeto por los demás, trocándose entonces la “alegría” en hostilidad. Los síntomas
van afectando progresivamente a la capacidad de concentración y al
funcionamiento diario, y las personas próximas observan un comportamiento
diferente al habitual, comportamiento que puede llegar a ser problemático.
Estado de ánimo
El enfermo maníaco se siente “como nunca”, se
encuentra dichoso de vivir, optimista, infatigable, capaz de cualquier cosa.
Sin embargo, la alegría que exhibe no es normal, sino que se trata de una
euforia patológica o pseudoalegría. Esta pseudoalegría puede ser exigente (el
maníaco, amable en principio, se puede mostrar colérico cuando se le lleva la
contraria) o hiperhedónica (al sujeto le gusta todo: cualquier persona, por lo
que se muestra excesivamente sociable, hace numerosas llamadas telefónicas,
etc.; cualquier objeto, por lo que con frecuencia quiere comprar toda clase de
cosas, incrementa los gastos económicos, etc.; cualquier actividad,
implicándose en múltiples proyectos, ocupaciones, diversiones...). Este estado
de bienestar subjetivo contribuye a que el paciente no tenga conciencia de
enfermedad y, en consecuencia, rechace el tratamiento.
A veces aparecen síntomas depresivos, como llanto o
tristeza, durante breves minutos. A la variación rápida entre la alegría y la
pena se le denomina labilidad afectiva. Hasta el 40% de los pacientes
experimentan en alguna ocasión episodios de manía disfórica (depresiva o no
feliz), se trata de un estado de hiperactivación desagradable en el que al
aumento de energía y actividad y a la aceleración del pensamiento se asocian
angustia, irritabilidad y malhumor, sin sensación de enlentecimiento ni ánimo
triste.
Fuente:
El Trastorno Bipolar: una guía ampliada para pacientes
y familiares
Editada por Generalitat
Valenciana. Conselleria de Sanitat- 2005
Valencia – España
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