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sábado, 31 de diciembre de 2011

El Trastorno Bipolar: una guía ampliada para pacientes y familiares (parte 1)


SÍNTOMAS DEL TRASTORNO BIPOLAR

El trastorno bipolar es una enfermedad en la que, en determinadas ocasiones, el paciente experimenta una profunda tristeza, apatía y falta de energía (episodio depresivo), en tanto que, en otras, se siente eufórico y lleno de vitalidad y exaltación (episodio maníaco), y ambos estados de ánimo suelen sucederse como si fueran las dos caras de una misma moneda. Es un trastorno muy sorprendente y espectacular, ya que resulta difícil comprender cómo en una misma persona pueden alternarse condiciones tan diferentes y aparentemente incompatibles.




La enfermedad se conoce desde la antigüedad, y ya Areteo de Capadocia, en el año 150 d.C., hablaba de que “después de un periodo de abatimiento se suele producir una mejoría, pero algunos se llegan a convertir en maníacos”. Sin embargo, se pensaba que manía y depresión eran enfermedades independientes hasta el siglo XIX, en que se las empezó a considerar una única entidad.

Se trata, pues, de una enfermedad episódica y además recurrente, es decir, que los episodios tienden a volver a aparecer. En general, los hombres suelen presentar el mismo número de episodios maníacos y depresivos a lo largo de su vida, en cambio, en las mujeres se suelen dar más episodios depresivos.

En este capítulo vamos a analizar los síntomas que puede experimentar la persona que padece este trastorno, tanto durante los episodios depresivos como durante los episodios maníacos. Al leer lo que sigue, es necesario tener en cuenta que cada enfermo experimentará algunos de los síntomas que aquí se describen, pero no necesariamente todos, y también que la intensidad y gravedad de cada uno de esos síntomas variará mucho de una persona a otra.



SÍNTOMAS DEL EPISODIO MANÍACO

Comienzo del episodio

Ya los clásicos grecorromanos denominaban “furia guerrera”, “delirio profético”, “locura poética” o “enajenación báquica” a lo que nosotros, hoy en día, llamamos episodio maníaco. El inicio del episodio suele ser brusco o relativamente rápido, pero en ocasiones comienza más lentamente y viene precedido por unos “síntomas señal o de alarma” que son variables de una persona a otra. Así, en cada enfermo el episodio maníaco suele tener su forma de presentación típica, de modo que saber reconocer los síntomas señal es un punto clave para iniciar el tratamiento lo más precozmente posible. El síntoma señal más frecuente es la disminución de la necesidad de sueño, y otros también comunes son la sensación de aumento de energía, el buen humor desacostumbrado, los cambios en la alimentación o las conductas extrañas y actos irreflexivos.

A veces el inicio se puede caracterizar por síntomas depresivos como astenia, fatiga, desinterés por el trabajo, dolores de cabeza y, sobre todo, insomnio. El inicio del episodio, en ocasiones, en lugar de tener un impacto negativo, puede mejorar aparentemente el funcionamiento diario del sujeto.

El enfermo maníaco se muestra muy jovial y sociable, tiene un contacto fácil en apariencia, se siente capaz de todo, cree en su superioridad y tiene altos ideales. La confianza excesiva en sí mismo le hace pensar que todo el mundo simpatiza con él. El convencimiento de que lo merece todo puede hacer que llegue a exigirlo aun a expensas de avasallar y perder el respeto por los demás, trocándose entonces la “alegría” en hostilidad. Los síntomas van afectando progresivamente a la capacidad de concentración y al funcionamiento diario, y las personas próximas observan un comportamiento diferente al habitual, comportamiento que puede llegar a ser problemático.

Estado de ánimo

El enfermo maníaco se siente “como nunca”, se encuentra dichoso de vivir, optimista, infatigable, capaz de cualquier cosa. Sin embargo, la alegría que exhibe no es normal, sino que se trata de una euforia patológica o pseudoalegría. Esta pseudoalegría puede ser exigente (el maníaco, amable en principio, se puede mostrar colérico cuando se le lleva la contraria) o hiperhedónica (al sujeto le gusta todo: cualquier persona, por lo que se muestra excesivamente sociable, hace numerosas llamadas telefónicas, etc.; cualquier objeto, por lo que con frecuencia quiere comprar toda clase de cosas, incrementa los gastos económicos, etc.; cualquier actividad, implicándose en múltiples proyectos, ocupaciones, diversiones...). Este estado de bienestar subjetivo contribuye a que el paciente no tenga conciencia de enfermedad y, en consecuencia, rechace el tratamiento.

A veces aparecen síntomas depresivos, como llanto o tristeza, durante breves minutos. A la variación rápida entre la alegría y la pena se le denomina labilidad afectiva. Hasta el 40% de los pacientes experimentan en alguna ocasión episodios de manía disfórica (depresiva o no feliz), se trata de un estado de hiperactivación desagradable en el que al aumento de energía y actividad y a la aceleración del pensamiento se asocian angustia, irritabilidad y malhumor, sin sensación de enlentecimiento ni ánimo triste.



Fuente:

El Trastorno Bipolar: una guía ampliada para pacientes y familiares
Editada por Generalitat Valenciana. Conselleria de Sanitat- 2005
Valencia – España

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