La depresión en el adulto mayor es más frecuente de lo que se cree, y no solo se manifiesta con el tono de humor bajo o tristeza sino como una conducta irritable (insomnio o asistiendo constantemente a la consulta médica por cualquier queja)
Estos datos son importantes, porque a veces al médico de familia o internista en geriatría se le hace difícil tener un diagnóstico clínico claro a tiempo, en consecuencia puede desmejorar la calidad de vida del anciano en su día a día.
Se dice que los trastornos depresivos varían entre 1 al 6 %; si es una depresión mayor del 3 al 20 % de distimia y hasta 30 % combinados con los trastornos adaptativos. Los estudios indican que los factores de riesgo existen cuando hay un cambio brusco en su curso vital, como la pérdida de un hijo, problemas económicos o vivir en soledad sin realizar las actividades que acostumbraban.
Muchas de las causas pueden ser variadas, desde la ingesta de medicamentos o el uso de los antiácidos y medicamentos para el cáncer (posterior a una enfermedad médica como diabetes o problemas endocrinos), así como una comorbilidad psiquiátrica (trastornos afectivos unipolares o bipolares). También pudiera ser el primer síntoma de las demencias en sus primeras fases, sin olvidar que hay personas de la tercera edad que tuvieron el antecedente de haber consumido algunas sustancias como alcohol o algunas drogas ilícitas.
La depresión en los abuelos residenciados en geriátricos es una realidad, más si se encuentran hospitalizados. Pero una vez que el anciano se adapta a dicha comunidad terapéutica le va acarrear muchos beneficios médicos, porque sirve de espacio para interactuar y socializar con otros adultos contemporáneos. Además de que hay muchas instituciones que brindan terapia ocupacional recreativa, como bailoterapia, pintar en grupo o realizar taichí, los cuales han disminuido los niveles de depresión en este grupo etario.
Es de mucho interés exponer que nuestros abuelos pueden recibir la medicación apropiada, como el uso adecuado de los antidepresivos, lo cuales en la actualidad hay una gran variedad, pero solamente el médico especialista es el más apto para su vigilancia y control. No es recomendable la automedicación por parte de los familiares o ser recetado con otros medicamentos sin el facultativo apropiado, ya que se deben evitar las interacciones o las posibles reacciones medicamentosas.