Por Laura Smith, Autor
Septiembre fue el Mes de Concienciación para la Prevención del
Suicidio. Debo admitir que nunca antes había pensado demasiado sobre la
necesidad de dedicar un mes para la prevención del suicidio. Ahora me doy
cuenta de que esta forma de pensar era egoísta y se debía a que el suicidio no
era algo que me afectara personalmente. Eso fue, hasta el 18 de enero de 2016.
Mi buena amiga de 21 años murió por suicidio. Espero que hayas notado
que no dije "cometió suicidio". La Sarah que yo conocí nunca hubiera "cometido
suicidio", dejando huérfanos a sus dos hijos pequeños y cortando una vida
llena de promesas y oportunidades. Decir que ella "cometió suicidio" es
como decir que intencionalmente entró en un shock diabético por la falta de
insulina. Es un tabú decir que tu cerebro, el cual es otro órgano de tu cuerpo
y por ende susceptible a una enfermedad o dolencia, está enfermo.
Eso es lo que quiero cambiar. Dije "murió por
suicidio" ya que mi amiga tenía una enfermedad mental. En este país, a nadie
parece importarle si tienes una enfermedad mental. Te tratan con nombres como
"loco" o "adicto", y nunca miran más allá de eso. Mi amiga fue
la "víctima" de un suicidio. Tal vez así, lo explique mejor. Ella fue
víctima de una mente que se volvió contra ella. Ella fue una víctima de un
sistema que no pudo ayudarla.
Sarah era tremendamente brillante, incluso cuando la conocí
a la temprana edad de 14 años. Alta y orgullosa con una estatura de 6'3 (1,91),
era una presencia difícil de ignorar. Su caparazón externa era ingeniosa y dura,
pero su caparazón interna era vulnerable e insegura. La recuerdo luchando
contra su depresión, cuando éramos adolescentes. A nuestros 20 años, se las
arregló (bajo el cuidado de un terapeuta) para dejar su medicación y usar la meditación
y el yoga para ayudar a controlar sus síntomas.
Cuando Sarah tuvo su primer hijo a los 26 años, recuerdo haber tenido una
conversación con ella sobre la depresión posparto y cómo tendríamos un plan si yo
sentía que empezaba a ver dicha depresión. Ella era pensativa, agradable y
lógica. El nacimiento de su amado hijo no tuvo incidentes. La depresión nunca mostró
su horrible cara. De hecho, el tiempo de los primeros años de su primer hijo fue
el mejor que tuvo. Salidas al parque, viajes de pesca, parques de diversiones,
Sarah hizo todo esto con su joven hijo como cualquier madre lo hubiera hecho.
Durante ese tiempo, nuestra amistad creció. Tuve mi primer
hijo un par de años más tarde, y una vez más nos unimos compartiendo la vida de
ser madres junto con nuestra vida de trabajo como mujeres profesionales. Pienso
que ambas nos olvidamos de la depresión. Aunque eso es una mentira ya que estoy
segura de que fui yo quien se olvidó de la depresión. De cualquier manera,
parecía que la nube oscura había pasado, y esto me empujó a la complacencia.
Pasados cinco años de haber tenido a su primer hijo, nació
su segundo hijo. Sarah estaba abrumada y feliz por su nuevo bebé. Nunca sospeché de la
depresión posparto hasta que sucedió. Por desgracia, para entonces no teníamos ningún
plan como lo habíamos hecho con su primer hijo, y peor aún ahora ella también estaba
enfrentando una separación del padre de los niños. Mi amada amiga se alejó y no
pude alcanzarla.
Un incidente, ocurrido un año antes de la muerte de Sarah, me llevó a
su casa al igual que a otros, tratando de convencerla de que necesitaba ir al
hospital a "descansar". Sabíamos que, si decíamos por razones de
salud mental, nunca hubiera ido. Me las arreglé para estar disponible para una
parte de esta situación. Lamentablemente, yo no era la pariente más cercana, por
lo que no fue posible ser su familiar cuidador. Las reglas de privacidad de la Ley
de Portabilidad y Responsabilidad de Seguros Médicos (HIPAA), son estrictas y amplias.
Entiendo el propósito de estas reglas, pero honestamente, de verdad creo que dichas
reglas están perjudicando a más personas con problemas de salud mental que ayudándolas.
Esa es una discusión completamente diferente que debemos tener.
Por ello, mi amiga inteligente e ingeniosa fue capaz de arreglárselas
para salir del hospital, diciéndonos que sólo tenía un diagnóstico de
"agotamiento" y que necesitaba dormir más. Mi corazón se abatió.
Sarah sabía que tenía depresión, pero ahora ni siquiera lo admitía. Ella estaba
enferma, y yo era impotente para intervenir en esta situación.
Casi un año después del mes en que fue hospitalizada, mi
amiga estaba muerta. Alejada, después de ese incidente en el hospital, yo sólo
había hablado con ella a través de “comentarios” y “me gusta” en Facebook durante
el último año. Si ella hubiera extendido la mano, incluso un poco, yo hubiera corrido
a su lado. Realmente lo habría hecho. Ella nunca me llamó, ni envió correos o me
mandó mensajes de texto.
Estoy enojada conmigo misma por haberme vuelto complaciente.
Estoy molesta porque no me di cuenta de que el suicidio era un resultado final,
incluso después de saber que mi amiga había luchado contra la depresión desde
que era una adolescente. Si me hubiera enviado un mensaje de texto, le habría dicho
una pequeña frase que ahora es el nombre de una organización sin ánimo de lucro
fundada por un amigo de nuestra escuela secundaria. Si no has escuchado de ella,
échale una mirada. Dicha ONG está en Internet y en Facebook.
En cualquier caso, yo le hubiera dicho a Sarah: "Tu importas.
Tú me importas y sé que las cosas son muy malas ahora, pero van a mejorar. Deja
que te ayude. Te ayudaré. No necesitas vivir de esta manera”.
Tu importas. Tu importas. Tu importas.
Te amo Sarah.
Si usted o alguien que usted conoce necesita ayuda, visite
nuestra página de recursos para la prevención del suicidio. Si necesita ayuda
ahora mismo, llame a la Línea de Vida para la Prevención del Suicidio en el 1-800-273-8255.
También puede contactar con la Línea de Texto de Crisis escribiendo
"START" al 741-741.
Fuente:
Artículo escrito por Laura Smith y publicado en THE MIGHTY, Oct 16/2016 (aprobaciones para traducir este artículo del inglés y republicarlo, dadas gentilmente por ambos a Fundabipolar)
Traducción libre del inglés al español, contribución de J. Godoy
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