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jueves, 3 de enero de 2013
- 14:30:00
- Unknown
- hipocondriaco
Enfermo de nada
Estar físicamente enfermo suele generar diversos sentimientos. Por ejemplo: estar con gripe puede asociarse a sentimientos de frustración cuando obstaculiza la realización de planes personales, o por el contrario, puede asociarse a sentimientos de alivio, cuando le facilita al individuo una vía lícita para escaparse unos días de una situación agobiante en el trabajo o en los estudios.
Cuando una persona recibe el diagnóstico de enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades cardíacas, el cáncer o cualquier enfermedad severa, los sentimientos pueden llegar a ser muy intensos, en principio aparece la dificultad para aceptar el diagnóstico, luego puede aparecer tristeza, depresión, rabia, sentimientos de impotencia y desesperación, estos diagnósticos son muy difíciles de aceptar y los pacientes requieren apoyo médico y familiar para ir canalizando todas las fases del tratamiento que amerita.
Así como las enfermedades físicas pueden generar sufrimiento emocional, también sucede que los sufrimientos emocionales pueden generar síntomas físicos sin que la persona tenga ningún daño en su cuerpo. Cuando una persona tiene dolores o molestias que no pueden ser diagnosticadas ni demostradas, quizás se trate de una enfermedad mental conocida como trastorno hipocondríaco.
Se estima que la prevalencia de este trastorno mental en la población general es del 2%. Es decir que en Venezuela probablemente alrededor de 600.000 personas desarrollarán la enfermedad en algún momento de su vida.
La característica esencial del trastorno hipocondríaco es la preocupación persistente por la posibilidad de sufrir una o más enfermedades físicas graves, sin embargo, cuando al paciente se le examina y se le estudia, no se le encuentra ninguna enfermedad que justifique sus síntomas, el paciente está médicamente sano, pero su preocupación por estar enfermo persiste a pesar de todo razonamiento lógico.
El paciente percibe sus síntomas como reales, no quiere estar enfermo, no está simulando ni está manipulando. Aunque las molestias o el dolor sean de origen psicológico, el paciente los padece como verdaderos y realmente los siente en su cuerpo.
Para estas personas las sensaciones de su cuerpo son interpretadas como angustiantes. El paciente hipocondríaco enfoca la atención en sus órganos, tomando aspectos normales del funcionamiento de su cuerpo (como gases, eructos, movimientos intestinales, fatiga por cansancio, calambres por malas posturas, hipo, etc.) como signos de enfermedad.
Las personas que padecen de trastorno hipocondríaco suelen tener depresión, ansiedad y la sensación de que nadie los entiende o de que ningún médico logra encontrar las supuestas causas de su enfermedad física. Acuden a médicos de diversas especialidades, los cuales al no encontrar una anormalidad suelen referirlo a otro especialista y así el paciente va recorriendo internistas, cardiólogos, reumatólogos, homeópatas, etc., llegando a hacer una verdadera peregrinación médica sin encontrar un diagnóstico.
Es frecuente observar que los pacientes con trastorno hipocondríaco rechazan acudir al psiquiatra, que es el único especialista que está capacitado para atender su enfermedad, tal rechazo se debe a que el paciente está completamente convencido de que su problema es físico y no acepta que es emocional.
El verdadero origen de los síntomas del paciente hipocondríaco es psicológico, internamente estas personas tienen conflictos emocionales profundos que son inconscientes, es decir, la persona lleva en sí un sufrimiento o conflicto emocional que no puede evidenciar porque está almacenado en su mente de manera simbólica, y que solo puede expresarse mediante la transformación de esa energía emocional disfuncional en un síntoma físico.
El tratamiento psiquiátrico del trastorno hipocondríaco se centra en el manejo de la ansiedad y durante las sesiones de terapia se ayuda al paciente a resolver sus conflictos inconscientes. La duración del tratamiento es prolongado, puede durar meses y requerir varias sesiones de terapia al mes. Las recaídas son frecuentes pero suelen disminuirse cuando se incorpora a la familia al proceso de tratamiento. Los pacientes que aceptan el diagnóstico y el tratamiento psiquiátrico, logran superar los síntomas y llevar una vida normal.
Fuente:
Dra. Mariana Tescari