Todos y absolutamente todos tenemos virtudes y defectos, grandezas y miserias por lo que no debemos señalar a otro y juzgarlo. Hacerlo no define quién es ella o él, define quién eres tú. Nadie es capaz de criticar sus propios defectos. No verás a un corrupto hablar mal del dinero fácil, pero si lo escucharás hablar de cómo a tales personas le faltan valores.
Sabías que las personas que juzgan a los demás:
• Suelen detestar gran parte de su vida y por eso intentan en la medida de lo posible conseguir intoxicar a los demás.
• No están satisfechos con lo que hacen y les cae mal que alguien si esté satisfecho.
• No son fáciles de detectar porque no son personas frías, ni en general tampoco tienen malos sentimientos. Pero están tremendamente frustradas y la frustración conduce a la agresión, que se manifiesta de muy distintas formas.
• Están atormentadas por las decisiones que han tomado, quizás impuestas desde afuera sin haber deseado esa elección.
• Quieren justificar la trayectoria de su vida desacreditando la vida de otros. En ocasiones aluden al famoso enunciado: “Después de todo no estoy tan mal, mira a X”.
• Indudablemente, hablan de personas y no de ideas.
• Suelen tener unos valores que no son usados para ellos mismos y a su entorno; sino para juzgar a los demás de forma continuada.
• Carecen de hobbies y actividades que les resulten interesantes.
• No les gusta sentirse juzgados en una tarea que implique demostrar desempeño.
• Se irritan con facilidad.
• Los éxitos de los demás se deben a causas externas, y los suyos a causas internas. Es decir, su éxito está justificado, el de los demás normalmente es fruto del azar.
• Creen que el hecho de que su entorno esté ocupado en juicios contra otros, distraerá las opiniones que este mismo tiene de su propio desempeño.
• Sus críticas reflejan en la mayoría de las ocasiones el anhelo por experimentar lo que la vida les ha negado o ellos no han podido lograr.
• No se preocupan en mejorar. Consideran que la mejor vía para destacar es apagando el brillo de otras personas.
• Sus juicios pueden ser desde leves y privados; a públicos y peligrosos.
• Ante estas personas solo cabe la ignorancia como arma, aunque no debemos permitirles que sobrepasen los límites de nuestra intimidad.
Técnicas para dejar de juzgar
• Cuando sientas ganas de juzgar a alguien corre y busca un espejo.
• Desarrolla la empatía: Si logras imaginarte la situación que vive otra persona, te sentirás menos inclinado a juzgarla. ¡Inténtalo con firmeza!, “ahora comprendo por qué razón esa persona se comporta así”. En lugar de añadir más separación y coraje en el mundo, estarás cultivando el entendimiento.
• Haz oración: Cuando descubras que actúas como juez, comienza a orar por la persona a la que estás juzgando. Pídele a Dios que le dé a esa persona lo que deseas para ti y para los que amas. Después de todo, Dios ama a esta persona tanto como a ti. ¿Por qué no seguir el ejemplo de Dios e intentar amar también a la otra persona?
• Mira tu interior: Si te está molestando algún rasgo o actitud de otra persona, probablemente mucho de él o ella habita en ti.
Cuando alguien más acapara la atención, esto puede amenazar tu necesidad de atención. Quien está dominando emite una luz que opaca tu propio deseo de controlar la situación. En lugar de juzgar a los demás por su comportamiento, intenta examinar qué es lo que perturba tu interior. Pídele a Dios que te sane y transforme por medio de su gracia amorosa.
Lo que te molesta de otros seres, es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo
Psic. Ada Suarez Reques
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