Las
enfermedades mentales son alternaciones del desarrollo cognitivo o trastornos
de la conducta que pueden afectar
seriamente a la autonomía personal y al desempeño cotidiano de las actividades
diarias. Frente
a lo que suele pensarse, su presencia en la sociedad es mucho más frecuente de
lo que creemos.
Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada cuatro
ciudadanos tendrá que enfrentarse a algún tipo de enfermedad mental a lo largo
de su vida (y esta cifra aumentará especialmente en Europa y en los países más
desarrollados y longevos). Actualmente ya en España más del 9% de la
población convive con algún tipo de enfermedad mental y se espera que esta
cifra aumente. De este modo, a medida que la esperanza de vida aumente, la
incidencia de determinados tipos de enfermedades mentales se incrementará
significativamente en un futuro cercano.
Las
enfermedades mentales graves como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o los
trastornos de la personalidad tienen en común el hecho de que suelen
aparecer al final de la adolescencia o a comienzos de la etapa adulta y que se
caracterizan por ser crónicas (duración de más de dos años). Frente a uno
de los mitos más extendidos que asocia los trastornos mentales graves con
acciones violentas o conductas agresivas, no existe evidencia científica que
asocie este tipo de actos con personas que toman la medicación prescrita con
regularidad (de hecho, el índice de delitos cometidos por personas con
trastorno mental grave que toman normalmente su medicación es más bajo que el
de la población general).
Las enfermedades mentales ya suponen más del 40% de las
enfermedades crónicas diagnosticadas en España y además son la mayor causa de
discapacidad. Por otro lado, las estimaciones apuntan a que en los próximos
años, un 1% de la población nacional desarrollará alguna forma de esquizofrenia
durante su vida y que es posible que estas cifras aumenten.
La
buena noticia es que, afortunadamente hoy en día, gracias al seguimiento de los
tratamientos adecuados, el control médico y el apoyo de terapias
psicosociales, se pueden mitigar y controlar muchos de los efectos adversos
e incluso llegar a neutralizarlos.
Fuente
Autor:
Héctor Puente, Sociólogo. 13 junio 2017
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