Dar con el diagnóstico correcto de bipolaridad puede tardar hasta seis años. El médico debe estar atento a los antecedentes familiares. Suele
aparecer entre los 16 y los 23 años de edad, y se manifiesta con cambios
repentinos de humor. No obstante, el Trastorno de Bipolaridad (TB) no es
sinónimo de locura.
Esta condición neuropsiquiátrica, que afecta entre 1% y 5% de la población mundial, lo que se traduce en 70 a 350 millones de personas, actúa a través de desequilibrios en los neurotransmisores del sistema nervioso central, haciendo que el paciente muestre estados que pasan de la euforia a la depresión.
Esta condición neuropsiquiátrica, que afecta entre 1% y 5% de la población mundial, lo que se traduce en 70 a 350 millones de personas, actúa a través de desequilibrios en los neurotransmisores del sistema nervioso central, haciendo que el paciente muestre estados que pasan de la euforia a la depresión.
"La herencia es múltiple ya que no hay un gen de la bipolaridad, sino un conjunto de alteraciones genéticas que sumadas se traducen en un grado de vulnerabilidad de padecer de TB", explica Manuel Ortega, Psiquiatra.
Ortega indica que el médico tratante del paciente debe evaluar no sólo los síntomas manifestados sino los antecedentes familiares, sobre todo de depresión y otros signos de alertas presentes en patologías similares que puedan retardar la detección del TB.
Los criterios de diagnóstico pueden determinar si un paciente es bipolar tipo I, con la presencia de episodios de manía que se manifiestan mediante conductas aceleradas y eufóricas; o tipo II, con eventos de depresión y episodios irritables, el cual se puede presentar con desmotivación laboral y desinterés por el cuidado personal.
Ortega dice que existen diversas opciones farmacológicas y terapéuticas que devuelven la estabilidad emocional.
Psicoterapias necesarias
La doctora Gioconda Medrano, también especializada en el área de psiquiatría, menciona que una vez controlados los síntomas del TB por medio de farmacología, el paso por seguir es retomar la estabilidad funcional para que pueda reintegrarse a la sociedad.
Algunas opciones son la psicoeducación individual o grupal; la terapia centrada en la familia, la psicoterapia cognitivo- conductual, la psicoterapia interpersonal y de ritmo social, y todos los programas asociados a la reinserción social.
El objetivo de estas intervenciones es crear en el paciente y en su grupo familiar la conciencia de enfermedad, evitar o disminuir la posibilidad de recaídas y el número de hospitalizaciones, en fin buscan mejorar la calidad de vida del paciente y su entorno.
Ambos galenos coincidieron en que los avances de la ciencia han optimizado el conocimiento del gremio psiquiátrico, traduciéndose en un mejor escenario para el diagnóstico temprano de una enfermedad que anteriormente era subdiagnosticada.
Fuente:
lunes 17 de
septiembre de 2012