En declaraciones a Europa Press, este experto explica que la persona con TLP “presenta más enfermedades comunes asociadas a una sensación de falta de identidad y un sentimiento íntimo y profundo de vacío”, sensaciones que provocan “un mayor sufrimiento en la persona que, además, no tienen una vía clara para expresar sus problemas”.
En torno a un 3 por ciento de la población española sufre TLP, un trastorno con mayor prevalencia que la esquizofrenia (1%) y con una incidencia similar a la del trastorno bipolar (3%). Sin embargo, tan sólo el 20 por ciento de los afectados por TLP está diagnosticado.
Para el doctor Carrasco, este infradiagnóstico está motivado por un cuadro de síntomas “atípico” que, al no implicar delirios ni pérdida de la razón, “pasa desapercibido en muchas consultas”.
“No hay un síntoma claro –apunta– y en la mayoría de los casos no se clasifica como una enfermedad porque se piensa que es un simple caso de personalidad caprichosa, egoísta, intolerante o viciosa”.
Pero la realidad es que se trata de “un cuadro de alteraciones graves de conducta, generalmente caracterizada por la agresividad, una inestabilidad vital y una falta de funcionalidad muy importantes”, señala el doctor Carrasco.
POSIBLE ORIGEN GENÉTICO
En este sentido, no se conoce en profundidad el mecanismo de acción de esta enfermedad, aunque los últimos estudios apuntan a una hipersensibilidad, de origen genético o a raíz de algún trauma, respecto a ciertos estímulos que impide el correcto procesamiento de las emociones y la generación de conductas normales.
“Pequeños estímulos hacen que las emociones surjan a raudales y la conducta se vuelva impulsiva, esto provoca que el TLP sea un poco más grave que la neurosis pero sin llegar a los problemas de la psicosis, por eso se denomina trastorno límite, porque está en la frontera entre estas dos enfermedades”, argumenta este doctor.
Por lo general, este trastorno aparece después de la adolescencia, cuando los desajustes “típicos” de esta edad “clave” para el desarrollo de la personalidad no se “reajustan” al llegar a la edad adulta.
A este respecto, el TLP se manifiesta como más peligroso en los hombres, ya que suele manifestar conductas más agresivas que le pueden llevar al consumo de drogas, la delincuencia o el suicidio.
TLP EN LAS CÁRCELES ESPAÑOLAS
Según el doctor Carrasco, hasta un 20 por ciento de la presos en las cárceles españolas sufre un trastorno límite de personalidad, y se calcula que en torno al 90 por ciento de los intentos de suicidio en personas mayores de 18 años tiene de trasfondo un TLP.
De hecho, las estadísticas indican que hasta un 20 por ciento de las personas con este trastorno acaba con su vida por una sobredosis, un accidente o cualquier otra acción impulsiva derivada de su enfermedad.
Los tratamientos para los afectados por TLP se basan en la regulación de la respuesta emocional mediante fármacos, la terapia conductual para controlar las reacciones impulsivas y otras técnicas más novedosas como la rehabilitación neurocognitiva.
En esta línea, el jefe de la Unidad de Trastornos de Personalidad del Clínico San Carlos, ha explicado que su equipo ha puesto en marcha un ensayo clínico para comprobar la eficacia de esta nueva terapia, basada en la realización de ejercicios para mejorar el procesamiento mental que ayuden al paciente a “poner en orden” situaciones complejas.
FALTA DE APOYO DE LAS ADMINISTRACIONES
“La situación hoy en día es que estas personas no tienen recursos en el sistema sanitario español. Les echan de todas partes. No consiguen plazas en residencias especializadas ni en pisos protegidos, principalmente porque todos los recursos están orientados a la atención de trastornos mentales como la esquizofrenia o los bipolares”, asevera el doctor Carrasco.
A este respecto, la esperanza de los afectados y los familiares radica la progresiva consideración de este trastorno como una enfermedad incapacitante, “que se reconozca que estas personas tienen un problema, que necesitan un apoyo y un seguimiento mayores y más recursos de las administraciones”, concluye.
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