Relaciones
peligrosas
Casi
todas las personas vamos por la vida creyendo que somos invulnerables, estamos
conscientes de la inseguridad que asecha en las calles, pero solemos ser
relativamente ingenuos con respecto a las intenciones de las personas que se
nos acercan en un contexto social, laboral o romántico. No podemos llevar una
vida solitaria, suponemos que las personas que forman parte de nuestro entorno comparten
nuestros valores en cuanto a los derechos de los demás y la inviolabilidad de
la vida humana.
Hoy
vamos a hablar acerca del trastorno antisocial de la personalidad, este
trastorno se conoce también como trastorno disocial de la personalidad,
trastorno asocial o personalidad sociopática. Se estima que el del 2 al 4% de
la población cumple con los criterios para el diagnóstico del trastorno
antisocial de la personalidad, eso equivale a unas 20.000 a 40.000 personas en
el Estado Portuguesa, es más frecuente en hombres que en mujeres, y se supone
que se relaciona tanto con fallas en la crianza como con tendencias genéticas o
hereditarias.
Las
personas con trastorno antisocial de la personalidad se parecen a nosotros y
saben actuar como cualquier persona, saben cómo ganarse la confianza de la gente
y cómo hacer sentir seguro y cómodo a los demás en las relaciones personales,
también saben cómo acceder a nuestras vidas personales. Sin embargo, las
personas con trastorno antisocial de la personalidad son muy distintas a lo que
parecen, son muy diferentes al resto de las personas.
Las
personas con trastorno antisocial de la personalidad son plenamente conscientes
de las normas sociales, pero consideran que dichas normas no son aplicables a
ellos, sus motivaciones para actuar no proceden del altruismo ni de hacer lo
correcto, simplemente van por la vida haciendo los que les va bien a ellos, si
desean algo lo toman, independientemente de cómo pueda eso afectar a otras
personas. No poseen empatía por los demás, no les interesa ni les conmueve el
dolor ajeno, no sufren de remordimientos, no se sienten responsables de sus
actos y no sienten culpa. Si alguien interfiere en su camino, ese alguien se
convierte en un problema para ellos y no tendrán ningún reparo en deshacerse de
aquél que consideran un problema o un obstáculo para alcanzar sus fines. No
poseen conciencia social, viven el momento presente pensando en satisfacer los
planes que tienen. No poseen autocrítica y por ello culpan a los demás de sus
actos, no son capaces de entender los correctivos que la sociedad les impone y
son incapaces de aprender de los castigos o sanciones.
El
diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad se realiza cuando están
presentes al menos cuatro de las siguientes características:
1.
Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de
empatía
2.
Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y desprecio por las normas,
reglas y obligaciones sociales
3.
Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas
4.
Muy baja tolerancia a la frustración, descargas de agresividad ante cualquier
cosa, llegando incluso a comportamientos violentos
5.
Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular
del castigo
6.
Marcada predisposición por culpar a los demás o a ofrecer explicaciones
creíbles y racionales de sus comportamientos conflictivos
7.
Comportamiento dirigido a la búsqueda de placer o satisfacción inmediata, sin
importarle las consecuencias
Las
personas con trastorno antisocial de la personalidad son expertos a la hora de
encontrar y aprovecharse de los más vulnerables o distraídos. Dado el grado de
peligrosidad y destructividad de las personas con este trastorno, es necesario
aprender a reconocerlos, estar alerta y ser prudente ante cualquier relación
nueva, hasta tanto usted no conozca lo suficiente de alguien, no es
recomendable entregarle su confianza.
En otro artículo les termino de contar otras cosas acerca de este trastorno de
personalidad, cuídense mucho y fíjense bien a quién le van a entregar su
confianza y su corazón.
Fuente:
Dra. Mariana Tescari, Médico Psiquiatra