Que un niño o adolescente esté diagnosticado de trastorno bipolar (TB) y de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) no es tan raro como en adultos, en la que esa coexistencia no se había descrito hasta hace pocos años. Aunque hay muy pocos estudios, la frecuencia de casos se cifra en alrededor de un 10 por ciento.
Una cifra no muy grande, pero "relevante", según matizó José M. Goikolea, del Hospital Clínic de Barcelona, en el marco del 12º Simposio sobre Trastornos Bipolares celebrado en esta ciudad, organizado por la Sociedad Catalana de Psiquiatría y Salud Mental, con el apoyo de las sociedades españolas de Psiquiatría y Psiquiatría Biológica, y la internacional de desórdenes bipolares.
Goikolea presentó los datos de un estudio en el que han analizado a 115 pacientes entre la Unidad de Trastornos Bipolares del Clínic y la Unidad del TDAH del Vall d'Hebrón. "Encontramos un 10 por ciento de comorbilidad actual, y casi un 25 por ciento de personas que habrían tenido el TDAH de pequeños y que ya han remitido", afirmó. Los que sufren el doble trastorno presentan características diferenciales, pues el trastorno bipolar se inicia años antes, son más varones, tienen un mayor riesgo de consumo de tóxicos y también ingresan más.
En estos pacientes, lo "más delicado" es el tratamiento, porque la terapia clásica del TDAH sería peligrosa para el trastorno bipolar, ya que se utilizan estimulantes.
En la actualidad, la intención del grupo es iniciar algún estudio observacional en este sentido. Si no emplean psicoestimulantes, la alternativa actual para estos pacientes sería la psicoterapia. El esquema de tratamiento que se hace en niños consiste en abordar primero el trastorno bipolar y estabilizar el ánimo, y si persisten los síntomas del TDAH intentar controlarlos. Ahora bien, no existen estudios a largo-medio plazo que confirmen la seguridad de estos tratamientos.
Por otro lado, la apuesta por la terapia de mantenimiento —y no sólo durante los episodios agudos— ha sido una de las cuestiones clínicas más debatidas en torno al abordaje del trastorno bipolar, como explicó Eduard Vieta, del Hospital Clínic de Barcelona.
Intensificación de profilaxis
Según apunta la literatura científica, el uso de un tratamiento adecuado, formado por dos fármacos —como la combinación de un estabilizador con un antipsicótico atípico—, en comparación con administrar sólo uno de ellos, reduce el riesgo de recaída un 30 por ciento de media.
"Además, los últimos estudios indican que en los pacientes que tienen muchas recaídas existe daño cerebral que se traduce en pérdida de adaptación funcional. Ahora sabemos que existe daño acumulativo", señaló el experto.
En este sentido, el psiquiatra destacó que la gran ventaja de la nueva generación de antipsicóticos —como olanzapina, risperidona, aripiprazol, cipracidona y quetiapina— es que son eficaces a largo plazo. No están libres de efectos adversos, pero al menos evitan efectos extrapiramidales.
Desde el Hospital Clínic tienen abiertas varias líneas de estudio. Están realizando un ensayo para pacientes con síntomas subclínicos, que no se estabilizan bien, tratándolos con quetiapina, que ya tiene indicación para manía, depresión y mantenimiento.
También están probando una dosificación distinta del ya utilizado aripiprazol. Entre los más novedosos, ensayan con el recién aprobado asenapina, para el tratamiento concreto de la manía, y otro que aún no está en el mercado, la cariprazina.
Fuente:
BARCELONA |Fecha de publicación: Viernes, 28 de Enero de 2011
C. OSSORIO
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